Nació en la
ciudad jónica de Yulis, en Ceos (Cícladas), aproximadamente en el 460 (o 470)
a.C. Era más joven que Protágoras y pocos años mayor que Sócrates, muriendo
después de éste.
Aristófanes le
llama "metereosofista", es decir, experto en astronomía, y en Las
aves cuenta que Pródico fue autor de una cosmogonía.
Fue un
sofista educador en el arte de triunfar en la política, y un maestro del
lenguaje. Sócrates mismo asistió a alguna de sus clases sobre el correcto uso
del lenguaje. Platón le retrata como un hombre muy pesimista.
A Pródico se
le atribuye la fábula de Heracles en la encrucijada, donde se relata la
dificultad de elección entre dos modos posibles de vida: uno virtuoso y otro
hedonista y placentero.
A Heracles
se le acercan dos mujeres, la Virtud y el Vicio. La primera ofrece una vida
austera, esforzada y sencilla. La segunda una agradable existencia dedicada a
la ociosidad y los placeres. Pródico optará por elegir la virtud, manteniendo
una postura antihedonista.
Respecto a
la religión, se le atribuye a este sofista una teoría naturalista sobre el
origen de la religión: los hombres primitivos divinizaron los fenómenos útiles
y beneficiosos para la vida: el sol, los ríos, la luna, el pan, el vino, etc. Esto
permite intuir la posibilidad de que Pródico fuera un ateo.
Pródico de
Ceos dice: "los antiguos consideraron como dioses al sol y a la luna, a
los ríos, a las fuentes y, en general a todas aquellas cosas que son útiles
para nuestra vida, en la medida en que la ayudan, igual que los egipcios
deifican al Nilo". Añade que por esta razón el pan fue llamado Deméter, el
agua Poseidón, el fuego, Hefestos, y así sucesivamente cada cosa que era útil.
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